martes, 10 de julio de 2012

Ximena


Incienso al ritmo de Play FM es lo que me recibe cuando llego a la casa de Ximena. Ximena es dueña de casa, pero primero que todo, mamá. A sus 42 años tiene una hija de veintiuno, esta fue quien le cambió la vida. Le dieron la opción de abortar, pero optó por tenerla “ya estaba en el barco y tenía que salvarlo, preferí ser mamá” dice muy segura. Se casó y se fue lejos, pero con su familia.

“Yo nunca pensé que iba a casarme”

La enseñanza media la vivió en un colegio de monjas “Me tuvieron condicional por ser muy risueña, es que las monjas querían hacerte monja” dice entre risas. Cuando salió de ahí estudió decoración de interiores “en el instituto descubrí una realidad que ellas (las monjas) escondían, lo primero que hice fue fumar pito, y después aprendí a fumar cigarro”. En ese tiempo conoció a Rafael “Me gustaba porque él era el chico malo, y yo la pava”. Cuando quedó embarazada decidieron casarse “Yo estaba media reacia, pero lo hice por amor”.

Ambos eran de Macul y se mudaron a Talagante porque tenían un sitio para construir. “Esta casa la hicimos nosotros, está hecha de los tres”.
“Recuerdos con historia” me responde cuando le pregunto por los adornos de la casa “todo acá tiene un por qué”.
Hace un año Ximena estaba en el hospital, le habían encontrado un tumor en la cabeza, y la operación podía dejarle secuelas como la paralización de la mitad del cuerpo. “Gracias a Dios todo salió bien” dice relajada.

“Está bien hacer planes, pero no tan a futuro”.

Me acuerdo

Me acuerdo de los columpios en el árbol que me hacia mi papá
Me acuerdo de habernos escondido cuando pasaban los aviones tirando bombas.
Me acuerdo cuando la Monja española me dijo “¡Venga Ximena!” y yo pensé que tenía que seguirla.

“Yo no tengo que quejarme para nada”.


























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